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Entries in Hogar y Familia-Family (89)

Escuela para padres

Escuela para padres

Fundamentos filosóficos y científicos

 

La reflexión filosófica y la investigación científica nos permite fundamentar o demostrar las verdades reveladas autoritativamente por Dios.

 

Las verdades reveladas no se discuten. Simplemente se obedecen o se desobedecen. Cuando Dios ordena a los padres: "Instruye al niño en su camino" (Proverbios 22:6), imparte una orden, un imperativo categórico. Nadie tiene derecho a cuestionar este mandato. Los padres que lo ponen en práctica tienen derecho a reclamar las bendiciones de la obediencia. Los padres que no le prestan atención corren el riesgo de afrontar las consecuencias de la desobediencia.

 

Sin embargo, las verdades reveladas pueden ser fundamentadas filosófica y científicamente. Las órdenes de Dios establecen el debe ser. La reflexión filosófica nos ayuda a comprender el porqué y el para qué, y la investigación científica nos describe la realidad inmediata y actual del ser.

 

Fundamentos filosóficos. Metafísicos. Nuestra cosmovisión nos indica que estamos en un mundo que es escenario de un gran conflicto sobre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás, entre el plan de salvación de Dios y el plan de destrucción del enemigo. Esta cosmovisión afecta directamente la vida de los hogares de nuestro tiempo. Vivimos en un mundo con alarmantes signos de desintegración familiar. Para muchos estudiosos, el matrimonio tradicional, cristiano, bíblico es una institución obsoleta o en proceso de extinción. No deja de inquietar la pregunta: ¿Ha muerto el matrimonio? Ahora a nadie parece importarle el aumento de madres solteras, de los hijos de la calle, del divorcio y la separación de los hogares uniparentales, de la prostitución infantil. Se está instalando en la mente secular de que el matrimonio cristiano tradicional debe ceder su lugar a las nuevas alternativas que surgen bajo el auspicio de una nueva ética y de una manera de pensar más libre

Ya no causa sorpresa que los gobiernos estén aprobando el matrimonio de los homosexuales o lesbianas entre ellos. Bajo el paraguas de los derechos humanos se les quiere dar a estos matrimonios el privilegio de adoptar hijos. Hay voces que reclaman la anulación del Día de la Madre o del Día del Padre porque atentan contra el derecho de los "hijos" de los matrimonios de homosexuales o de lesbianas.

En un mundo en llamas, en un mundo en crisis de magnitudes solo comparables con los días de Noé y los días de Sodoma y Gomorra, hace falta proclamar la vigencia permanente, eterna y actual del hogar diseñado por Dios, de los valores establecidos por Dios.

El mundo secular está ganando terreno. Este hecho lo constatan las estadísticas acerca de los factores de desintegración familiar. Pero las estadísticas no pueden marcar las pautas de ética cristiana. La mente cristiana tiene que marchar en contra de las megatendencias del secularismo. O el cristianismo, cristianiza al mundo o el secularismo seculariza al cristianismo. El conflicto está planteado. Ningún hogar cristiano consciente de su valor y de su misión puede eludir entrar en este campo de batalla. Los líderes del hogar tienen que ser como el salmón que no se resigna a procrearse en las aguas turbias de las corrientes bajas, sino busca las fuentes limpias de las alturas aunque para ello tenga que nadar contra la corriente y desplegar admirable energía.

Epistemológicos. ¿Quién tiene la autoridad final sobre la verdad? ¿La mente de Dios que se revela por condescendencia o la mente del hombre que desconoce el cristianismo y proclama el secularismo? Cristianismo versus secularismo. Este es el gran conflicto que tiene su manifestación clara en términos epistemológicos.

"Secase la hierba, marchitase la flor, mas la palabra de Dios nuestro permanece para siempre". (Isa 40:8) La Biblia no es un elemento cultural, es transcultural. No se la debe adaptar al mundo, y a las corrientes dominantes de cualquier cultura, sino el mundo y la cultura deben adaptarse a los imperativos categóricos de la Palabra de Dios. La Biblia es la lámpara que debe alumbrar al mundo como la norma más alta y final de la conducta humana.

El pueblo adventista tiene el grandísimo privilegio de contar con la bendición de los escritos de Elena de White. El paradigma del hogar cristiano se encuentra en las Sagradas Escrituras y en libros inspirados por Dios tales como Hogar Cristiano, Conducción del Niño, Consejos para padres, maestros y estudiantes, Cartas a los jóvenes enamorados, Mensajes para los jóvenes.

Las obras de los grandes filósofos, educadores, pensadores, guías de la humanidad, deben ser juzgadas a la luz de la Palabra de Dios y no al revés. Freud dice cosas excelentes, por ejemplo el valor de la primera infancia como base de la personalidad, pero populariza ideas muy objetables, por ejemplo las interpretaciones pansexualistas del desarrollo humano. Axiológicos. La palabra de Dios indica que el Señor es la fuente de todos los valores. El enemigo es el origen de todos los desvalores.

Frente a la crisis de valores, los hogares cristianos tienen que ser el centro de gestión y trasmisión de valores. En este terreno Conducción del Niño presenta por lo menos treinta y un valores que los padres deben fomentar en sus hijos. Los especialistas en educación y trasmisión valores han insistido en la eficacia del modelaje, el empleo de la imaginación, el refuerzo positivo y la reiteración. También han descubierto que el agente principal en la transmisión de valores primero es el hogar, luego la iglesia y en tercer lugar la escuela.

 

Los dos grandes campos de la axiología son la ética y la estética. La ética tiene que ver con la moral y la conducta humana. La estética está en relación con la creación, interpretación y apreciación de la belleza. Hay belleza en la música, la pintura, la escultura, la poesía. La Biblia es una fuente de inspiración permanente de belleza extraordinaria

 

Fundamentos científicos Psicológicos. El estudio de la naturaleza humana es de la máxima importancia para los padres.  Las ciencias humanas no pueden llegar a verdades obsoletas, son solo aproximativas. Frente a un mismo reactivo, el ser humano puede reaccionar de manera diferente. La psicobiología está realizando avances muy grandes, pero no se puede reducir la realidad del hombre a aspectos estrictamente biológicos, genéticos o fisiológicos. El ser humano es un ente biopsicosocial y espiritual. El hombre es portador de la imagen de Dios y de valores eternos: por lo tanto, trasciende a cualquier determinismo fijo.

El estudio psicológico permite a los padres tener conocimientos adecuado del desarrollo mental, emocional y volitivo el niño como aspectos integrantes de la edificación del carácter y formación de la personalidad. Sociológico. El estudio de la naturaleza social de ser humano es otro aspecto básico para una escuela para padres. Hay un interés muy grande también en los estudios de sociobiología, que trata de predecir el comportamiento social del hombre por determinantes biológicos, endocrinos, genéticos.

La Biblia nos muestra que los seres humanos no están enteramente determinados biológicamente. El libre albedrío hace que cada persona forje el sentido de su vida en una u otra dirección. El énfasis que se nota en estudios acerca de la familia está puesto en los factores de desintegración, inestabilidad, maltrato. Estadísticamente se justifica dicho énfasis porque se refiere a una realidad predominante. Sin embargo, desde el punto de vista cristiano, el énfasis debería estar colocado en los factores de integración, estabilidad, trato adecuado en la vida de los hogares sólidos y bien construidos.

 

Una nota final. Si la teología nos muestra la verdad de Dios como un imperativo categórico ineludible, la verdad de la filosofía y de la ciencia no ayudará a comprender la situación actual de la humanidad, para poder avanzar de la realidad concreta e inmediata hacia la realidad ideal de los paradigmas del hogar cristiano establecidos por el Creador del matrimonio y de la familia.

EL CULTO FAMILIAR DE EDÉN A EDÉN

EL CULTO FAMILIAR DE EDÉN A EDÉN

 

El culto familiar es una cadena de oro

Que conecta el Edén con el Edén.

Examinemos algunos de los eslabones

Entre el hogar original de la primera familia

Y el Paraíso restaurado.

 

El culto familiar en el jardín del Edén

 

Luego de pasar, Adán y Eva, un delicioso día, en el que aspiraron la fragancia de las flores, comieron exquisitas frutas, y acomodaron las enredaderas para formar una glorieta para su nuevo hogar, observan ahora cómo va poniéndose el sol en el oeste. Pareciera que el cielo y la tierra estuvieran por tocarse a medida que los colores dorados, naranjas, rosados y púrpuras del crepúsculo, cruzan el cielo. Y entonces, maravilla de las maravillas, la primera pareja escucha la voz de Dios llamándolos en el jardín en el fresco del día. Ellos le responden a su amigo el Creador, lo invitan a su nuevo hogar, y le muestran gozosos las glorietas de rosas, buganvillas y orquídeas que entrelazaron con sus manos para formar las paredes y el techo de su casa viva. Elevan sus voces y cantan alabanzas a Dios, y Dios habla con ellos. Los pájaros se unen en la melodía desde su verde catedral, y el coro angélico que los rodea responde con un estribillo a diez voces. Los corazones de Adán y Eva arden dentro de ellos mientras que sus seis o siete, - o quizás diez – sentidos perfectos y sin desgaste registran en sus memorias a prueba de olvidos, la belleza de todo aquello. Jesús les reafirma su amor inagotable, y al regresar al cielo, les dice: "Recordad que yo estoy con vosotros siempre". Se detienen entonces y escuchan. Un león manso ronronea por allí cerca. Los animales, cada uno en su propio lenguaje, alaban a su Hacedor mientras se preparan para el descanso nocturno. Ha terminado un día perfecto.

 

(Eso fue adoración, que es lo que sucede cuando el Creador y la criatura se encuentran en una relación de comprensión. Y fíjese, Dios había planeado que una eternidad de días aún más felices seguirían para Adán y Eva, y para sus hijos, y los hijos de sus hijos, y sus tatara-tatara-tatara-nietos y llegarían finalmente a nosotros, a lo largo de os cuales aprenderíamos a conocer a Dios).

 

El arrullo de las palomas matutinas los despiertan a la mañana siguiente mientras el sol asoma sobre las ondulantes colinas. Sus primeros pensamientos son de alabanza a Dios. Con gozo arrobador cantan glorias a su Amigo. Un rebosante amor por la inimaginable belleza llena sus corazones con alabanzas a su Creador. Un leopardo que pasa por allí se detiene a escuchar mientras que el cielo y la tierra unen sus voces en alabanza. Otros mundos observan con deleite. Una armoniosa melodía endulza la atmósfera de su perfecto jardín, apenas húmedo por el rocío de la mañana.

 

La naturaleza, con la fragancia de sus delicadas flores, une su nota de gozo al incienso de alabanza y adoración. El perfecto follaje del paisaje habla del gran amor de Dios y de su ley. Qué alturas de éxtasis debieron experimentar Adán y Eva cuando "se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, descubriendo en cada uno de ellos los secretos de su vida" (Patriarcas y Profetas, pp. 31, 32).

 

¿Puede usted agregar algo a esta escena, ya de por sí majestuosa, al recordar que Dios mismo está allí, instruyéndolos y compartiendo su excitación al descubrir las maravillas del universo? Adán y Eva aprendieron, durante esas primeras horas de adoración, los misterios de la creación de labios del Creador. Cada descubrimiento debe haber profundizado su respeto por el Padre. El amor y la gratitud crecientes estallaron en alabanzas y adoración. Cada día armonizaban más con la música divina de amor que llenaba el mundo no caído.

 

Abrahán, el constructor de altares

 

- Mira más allá, viajero. Esta tarde lo vi reuniendo de nuevo a su familia, tal como lo hizo esta mañana. He visto ya sus altares en otras partes de la tierra. Los construye dondequiera que va. Y elige para ello un lugar abierto, nunca un bosquecillo. Observa cuán cuidadosamente arregla la leña. ¡Va a sacrificar al cordero!

 

El otro observador contesta:

 

- Acerquémonos un poquito más. ¿Qué significa esto?

 

Los dos hombres curiosos avanzan cautelosamente hacia el campamento. Observan cómo el fuego consume el cuerpo del cordero sacrificado, y escuchan al venerable patriarca hablar a su Dios mientras la familia se le une, arrodillada, en círculo alrededor del altar.

 

- Te escogemos a ti, Señor. Nuestra única esperanza está en los méritos de la sangre que derramarás por nosotros algún día para salvarnos. Gracias, Señor, por cubrir los pecados de nuestra familia – de Sara, de Isaac, de Ismael – y de todos nosotros. Danos seguridad en la sangre.

 

Los niños, que aman al cordero y que odian verlo morir, derraman lágrimas por él. Entonan un himno de alabanza, se abrazan unos a otros, y vuelven a sus tareas vespertinas mientras el humo del altar parece elevar hacia el cielo sus oraciones.

 

- Me parece – dice el primer observador, rompiendo el silencio – , que este Dios es diferente de los dioses de Canaán. Él le habla a su Dios como si lo hiciera a un amigo. ¿Será eso el secreto de la bondad de este hombre? ¿Podrá ser que de este altar emane el poder que hace que esta familia sea tan diferente de la gente de Canaán?

 

La Biblia describe a Abrahán como un constructor de altares. Note lo que dice que sucede en el altar. "Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido" (Gén. 12:7). Cuando se mudó a Bet-el, donde años más tarde su nieto Jacob tendría el sueño de la escalera celestial, la Biblia dice que "edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová" (v. 8).

 

Luego de que Abrahán mintiera y representara mal a Dios en Egipto, y se desanimara por su propia falta de fe, volvió a Bet-el, donde Dios se le había aparecido anteriormente. Manos penitentes reconstruyeron el antiguo altar, "e invocó allí Abram el nombre de Jehová" (Gén. 13:4).

 

Nosotros recibimos el legado del altar familiar de los patriarcas de antaño. El primer altar mencionado específicamente en la Biblia es el de Noé, en Génesis 8:20. Dios se había acordado de él y de su familia durante la terrible tormenta, y el primer acto de Noé al salir del arca fue reunir a su familia y recordar a Dios. Levantó un altar en gratitud y ofreció sacrificio.

 

Los primeros hijos nacidos en este mundo construyeron altares. La Biblia habla de los sacrificios de Caín y de Abel, y podemos inferir que los ofrecieron sobre altares.

 

Otros altares familiares

 

Los fuegos de otros altares familiares, de los cuales sabemos poco, han cambiado el curso de la historia. ¿No sería maravilloso poder espiar aquellos años secretos de Nazaret y escuchar mientras José leía los rollos de los profetas o de los salmos? Ocupado, tratando de ganar el sustento de su familia, encuentra tiempo antes de abrir su taller de carpintero, y luego de cerrar sus puertas, para reunir a María y a los niños alrededor del altar familiar. Su esposa nota las rápidas respuestas del niño Jesús y las atesora en su corazón mientras observa crecer a su primogénito "en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2:52). Santas lámparas de sacrificio están siendo encendidas aquí, y se están cristalizando resoluciones que finalmente pondrán la salvación eterna a nuestro alcance.

 

El culto familiar en un "hogar dividido"

 

Timoteo debe haber sido un muchacho de unos 15 años cuando Pablo lo conoció en Listra alrededor del año 45 d.C. La voluble multitud había arrastrado a Pablo fuera de la ciudad y lo había apedreado. Probablemente Timoteo se unió al grupo que rodeó el cuerpo aparentemente sin vida de Pablo. Con gozo recibieron al golpeado y quebrantado hombre de Dios cuando se movió y luego se levantó. Algunos estudiosos de la Biblia creen que Pablo se quedó esa noche en la casa de Timoteo, reponiéndose del ataque que había recibido. Si fuera así, probablemente observó las prácticas religiosas de Eunice, la madre de Timoteo, y de Loida, su abuela, quienes eran creyentes cristianas. El padre del muchacho era griego (Hech. 16:1).

 

Algunas madres sienten que al estar en una situación familiar dividida pueden hacer poco para transmitir una herencia religiosa. Pero Eunice no pensaba eso. Pablo le escribe a Timoteo: "Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús" (2 Tim. 3:15). En otro pasaje dice: "Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también" (cap. 1:5).

 

La madre y la abuela de Timoteo habían dado el ejemplo, estableciendo su fe en las Sagradas Escrituras. Cuando no tomamos el tiempo para reunir a nuestros hijos para el culto, o para modelar la ternura de Cristo, ¿qué les estamos robando? Les estamos robando su posibilidad de absorber y desarrollar amor y fe, como Timoteo bajo el cuidado de Loida y de Eunice. Y ustedes, abuelas, nunca subestimen la importancia de sus continuas oraciones a favor de sus hijos y de sus nietos.

 

Hablando del hogar de Timoteo, se nos dice: "La religión era la atmósfera de su hogar. La piedad de su vida hogareña no era una piedad barata, sino pura, sensible y no corrompida por falsos sentimientos. Su influencia moral era sólida, no vacilante, no impulsiva, no cambiante" (Elena G. de White, The Youth’s Instructor, 5 de mayo de 1898).

 

"Fe no fingida" quiere decir fe firme y persistente. Aunque Timoteo no tenía talentos sobresalientes, la educación que recibió en el hogar de su niñez lo convirtió en un misionero responsable a quien Pablo podía enviar en las misiones más delicadas y confidenciales. Su última epístola la dirigió a Timoteo, a quien el anciano apóstol traspasó su manto.

 

¿Qué bien hizo Eunice al enfatizar la importancia del altar familiar a su hijo Timoteo? Sólo la eternidad podrá revelar la influencia de esa herencia de fe con sus ondas cada vez más amplias, transmitida por una madre casi desconocida, al lado del fuego en ese "hogar dividido" de Listra.

 

El culto familiar en la tierra nueva

 

A lo largo de los años realizamos el culto en algunos lugares extraños. Oramos en la cima del Monte Elbert, el pico más alto de Colorado, y fuimos protegidos en medio de una turbulenta tormenta eléctrica de la que salimos ilesos, a pesar de que Millie sintió la descarga eléctrica de un rayo que cayó justo a nuestro lado. En la República Dominicana adoramos debajo de los cocoteros mientras las olas del mar rompían en la playa. Al viajar en aviones, observamos reverentemente cómo el sol, cual una bola roja ardiente, se hundía en las aguas del océano. Adoramos en nuestra cabaña de las montañas mientras una tormenta primaveral de nieve, arrobadora por su belleza, sorprendía nuestro encuentro familiar. Y hasta celebramos nuestro culto de familia a orillas del Gran Cañón del Colorado. Pero todos esos recuerdos no serán nada comparados con el culto familiar en la tierra nueva.

 

- Wes, tú eliges dónde tendremos nuestro culto esta tarde.

 

- Buenísimo. Volemos por los anillos de Saturno, pasemos por ese cañón de 80 kilómetros de profundidad en el planeta Zeno, en la constelación de Sagitario, y luego alcancemos a Enoc y a su esposa que están visitando el planeta Lapo a ¡25 mil millones de años luz de distancia!

 

Viajamos a la velocidad del pensamiento.

 

- Invitemos al abuelo y a la abuela para que nos acompañen – sugiere John. ¡No hay más artritis ni enfermedades cardíacas! Nuestro descansado viaje nos lleva a mundos lejanos. Wes hace una media luna sobre el Cañón Majestuoso mientras John "bucea" en el Lago Sin Fondo que se encuentra 80 kilómetros más abajo. Y ahora seguimos hasta Lapo.

 

- ¡Hola Enoc! ¡Qué gusto verte nuevamente! - Él se da vuelta y dice:

 

- Sí, aquí están nuestros amigos del planeta Tierra!

 

Y mientras la familia se reúne a su alrededor, el patriarca añade:

 

- Cuéntennos a mi esposa y a mí cómo era vivir en la tierra en los días en que toda vuestra generación se decidió a favor o en contra de Cristo. ¿Qué les pareció ser redimidos de ese mundo perverso?

 

John y Wes, el abuelo y la abuela, y toda la familia cuentan la experiencia. Millie comienza a describir con entusiasmo cómo los grandes movimientos finales proclamaron en unas pocas y breves semanas alrededor del mundo la historia del evangelio de un Cristo crucificado, resucitado, y próximo a venir, y el resto de la familia agrega detalles personales. Bonnie, mi primera esposa, cuyo cuerpo fue consumido por el cáncer mientras estábamos en la tierra, está ahora con nosotros, bendecida con un nuevo cuerpo glorioso y con la juventud eterna. (No se preocupen, no habrá rivalidad. Dios se ocupará de eso también.)

 

Allí al lado, los ángeles nos observan con asombro y, "mientras contamos la historia de la redención, doblan sus alas, porque los ángeles nunca supieron el gozo que nos trajo nuestra salvación". Hablamos de los acontecimientos catastróficos del fin del mundo, pero el cielo nuevo y la tierra nueva son tan maravillosos que nuestras pruebas más grandes parecen borrarse de nuestros recuerdos. Nuestras voces se elevan arrobadas cantando: "!Aleluya!" "!El cielo no fue demasiado caro! ¡Valía la pena! ¡Gloria sea al Padre, y al Cordero, y al Santo Espíritu, por siempre y siempre! ¡Gracias, Jesús, por tan grande salvación! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!"

 

 

 

 

 

Fundamentos del altar familiar

 

Hemos dado un vistazo panorámico al altar familiar desde el Edén hasta el Edén. ¿Cuáles parecen ser los fundamentos del altar familiar, según podemos deducir de los registros bíblicos?

 

En primer lugar, y principalmente, el propósito del "altar familiar" es adorar a nuestro Señor. En segundo término, es renovar el pacto familiar con Dios y unos con otros. El altar es un lugar para sacrificar, el lugar donde reclamamos la sangre del Cordero de Dios para perdón, protección y victoria. Es un lugar para instruir, de modo tal que en una atmósfera de calidez y aceptación, podamos transmitir nuestra herencia espiritual y nuestros valores familiares de generación en generación (Deut. 6:6-9). Por último, el altar es también un lugar para celebrar la familiaridad. En los tiempos bíblicos el pueblo de Dios erigía altares para celebrar, festejar o para conmemorar eventos (Jos. 22:26-28, 34).

 

Los altares familiares necesitan cuidados permanentes. En los tiempos bíblicos Dios le dio a su pueblo instrucciones específicas para que no usaran mezcla o argamasa para levantar un altar. Si no se lo cuidaba, las piedras del altar se venían abajo y eran pisoteadas por los pies de los hombres o por los animales. Sin duda que los patriarcas, cuando reconstruían con amor el altar, colocando nuevamente las piedras en sus lugares, recordaban la importancia que otorgaban a la función del altar. No, el altar familiar no puede ser construido una vez y para siempre, ni entonces ni ahora. En nuestros días, se requiere también cuidadosa atención para cuidar fielmente el altar familiar de las muchas distracciones existentes.

 

Los patriarcas nunca construían sus altares en los bosques o cerca de los árboles. Las prácticas inmorales que se llevaban a cabo en los bosquecillos caracterizaban a los santuarios paganos. Hoy en día, nuestros altares familiares debieran diferenciarse de las costumbres o prácticas mundanas. La televisión y los videocasetes se han convertido en el altar moderno de Baal en muchos hogares. Dios siempre pide nuestra lealtad indivisa, y no compartirá un lugar de adoración con ningún otro dios.

 

El sacerdote de la familia colocaba el sacrificio sobre el altar a la mañana y a la tarde. Hacemos bien en tener un momento específico para el culto familiar, y en celebrarlo regularmente, porque debemos enfrentar los asuntos de hoy con la dedicación y la oración de hoy, no con la de ayer.

 

El padre dirigía las devociones familiares como sacerdote de la familia. Su deber, establecido por Dios, continuaba a lo largo de toda su vida. En los casos de un padre ausente, o de uno no creyente, la madre se hacía cargo de la adoración familiar.

 

El reunirse alrededor del altar es un acto corporativo de testificación familiar, donde la familia demuestra que elige a Dios y a su camino. Es una ocasión para encontrarse con Dios, para entrar en una relación y en amistad con Él.

 

El punto central del altar familiar es la sangre, los méritos de la sangre de Jesús para salvarnos del pecado. Allí, por medio de la fe, reclamamos el poder de la sangre, y colocamos una señal o sello protector sobre nuestra familia, de modo que el destructor no pueda hacernos daño.

 

Definición de la adoración

 

¿Qué es la adoración?

 

La adoración es el asombro de la criatura al sentir la presencia de su Creador. Es que alguien, que se siente indigno, muestre respeto y reverencia por Dios. Por medio de ella conocemos a Dios, nos familiarizamos con Él como con un amigo, y lo adoramos por sus muchos dones, incluyendo el perdón de los pecados. Entramos en una relación de pacto con Él. Cuando esto ocurre dentro del círculo de una familia, distingue a esa familia como propiedad de Dios, como sellada y segura en la sangre de Jesús, acercando así a sus miembros a Dios y los unos con los otros. Esto es, en esencia, el culto familiar.

Matrimonio y el Estado de Ánimo 

Matrimonio y el Estado de Ánimo Imprimir E-mail
¿Existe alguna relación entre el matrimonio de una persona y su estado anímico? Indudablemente que sí. El estado del matrimonio marca la felicidad o la desdicha de las personas.
   No podemos desasociar una cosa de la otra. Si tu vida es feliz con tu pareja, vas a ser feliz con todo el mundo en el cual te desenvuelves. Pero, si no eres feliz con tu pareja, jamás podrás lucir una vida radiante en ningún lugar. Tu semblante será sombrío, tu rendimiento en tus actividades será mediocre y se te hará muy difícil hacer nuevas amistades, y si las haces, serán de corta duración.
   En cambio, si tu vida en tu hogar es, no perfecta, pero sí, efervescente, notarás que vas a crear una red de amistades que, te van a retribuir con soporte por todas las bondades que tu mano les ha brindado.
 
El valor de la confianza.
   La confianza es un valor moral y emocional que se entrega inconscientemente entre dos personas que, con la debida madurez, han formado una familia.
   Cuando la confianza se viola es casi imposible recobrarla, porque la grieta producida tiende a sangrar con el más leve impacto, o recuerdo del incidente que produjo la grieta. Sin embargo, la persona que violó dicha confianza, puede perfectamente bien revertir esa situación si su conducta muestra un sincero arrepentimiento. Esto incluye una total y convincente ausencia de reincidencias, lo cual no puede ser algo estudiado ni manipulado, sino natural; pues nadie puede mantener una actuación por mucho tiempo, sin desenmascararse antes de lo pensado. La persona que estuvo tratando de convencer a la otra, queda al final completamente desautorizada y a expensas de otros para continuar esa relación.
   Es digno de enseñarse que la confianza engendra fidelidad en aquellas personas que han fallado pese a su nobleza, cuyo rasgo les hace retomar la posición original, y continuar llevando adelante su rol prominente antes granjeado.
   Hay algo fundamental, y que no puede faltar en todo intento de restablecer las buenas relaciones; ya sea con la pareja, o consigo mismo. Es lo que dijo el sabio apostol Pablo, y que para él constituía la única prescripción eficaz en la reconquista de la dicha y del buen ánimo. Lo expresa en su carta a los filipenses, capítulo 3, versículos 1 al 14. Comienza diciendo que debemos gozarnos en el Señor, sin considerar el mundo exterior que nos ha dañado. Luego, aconseja que hay que olvidar lo que queda atrás. Él no discrimina qué clase de pasado; simplemente hay que olvidarlo, porque es una carga horrible vivir largos años manteniendo un peso inútil en la memoria. Este tipo de olvido es más eficaz que si el ofensor viniera personalmente a disculparse.
   El apostol Pablo nos indica que esta terapia es individual, y que se hace real en nuestra vida cuando lo entendemos a la luz del Espíritu Santo. Después que hemos logrado el primer paso que es el olvido, ahora, al no tener ese peso, podemos extendernos hacia lo que está por delante. Esto es amplio e insospechadamente generoso, porque ya no nos alimentamos de la remota posibilidad de ver alguna vez al que descargó su látigo sobre nuestro corazón, asumiendo una actitud sumisa; pues estas personas, no ven, o pareciera no importarles si con su actitud innecesariamente están lastimando la sensibilidad ajena.
   Por lo tanto, es mejor distanciarse de tales individuos para evitar el reciclaje, pues no está en nosotros poder desviar aquello que nos hiere. Cuando esta situación llega a nacer dentro del matrimonio, y se repite con cierta frecuencia, se crea finalmente un ambiente muy lúgubre, y confuso de manejar. Esto es debido a la gran encrucijada de caminos desconocidos que, se presentan como posibles puertas de escape. Es lo que el rey Salomón llama ¨gotera continua¨ porque la persona que inició esa gotera la primera vez, permitió que siguiera pasando sin haber escarmentado al ver el desencanto producido las veces anteriores.
Deterioro causado por las fricciones.
   Es muy común que las fricciones se originen cuando uno de los miembros de la pareja se conduce bajo un espíritu compulsivo y perfeccionista. El perfeccionismo en sí, no tiene nada en su contra; es muy bueno y útil. Los empleadores buscan a los perfeccionistas porque son eficientes y en sus trabajos los roses son mínimos pues su relación con los demás empleados es superficial. El problema serio se produce con los miembros de su familia ya que exigen perfección de los demás, alegando ¨si yo puedo, ustedes también pueden¨. Ellos no aceptan que los seres humanos tienen diferentes capacidades y diferentes formas de funcionar; y por esa causa, todo lo que los demás hagan de bien, se diluye, y se hace nada en el momento en que reaparece la crisis.
   El perfeccionismo figura en la lista de las causas de los divorcios, porque esa conducta compulsiva hace que la otra persona se sienta avasallada; es una situación que tiende a extinguir el grado de tolerancia con el paso del tiempo. Eso hace que esa persona haga un balance muy a conciencia para ver si vale la pena seguir aniquilando su personalidad, o buscar un remanso futuro.
   De ahí entonces, el consejo Bíblico que indica que nadie debe buscar lo suyo propio sino el bien de los demás pero sin caer en un estado de una permanente e ilógica indulgencia que termina por destruir la personalidad ajena.

EL VALOR DEL HOGAR

EL VALOR DEL HOGAR

 

Con toda autoridad y acierto, Elena de White en uno de sus escritos recalcó que "no hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. No hay obra encomendada a los seres humanos tan henchida de consecuencias trascendentales como la de los padres y las madres". ¿Por qué? Ella misma responde: "Los jóvenes y niños de hoy son los que determinan el porvenir de la sociedad y lo que estos jóvenes y niños han de ser depende del hogar" (El hogar y la salud, pág. 7).

 

Si hay una verdad que necesita ser subrayada en el corazón y grabada en la conciencia, es precisamente la que acabamos de mencionar. Todos necesitamos comprender y revalorar, en su verdadera dimensión, la importancia que tiene el hogar. La sociedad se compone de familias y la salud física, emocional y espiritual de cada núcleo familiar determinará el estado o condición de la sociedad en general. Ninguna persona que piensa puede atreverse a desinteresarse de la condición de los hogares y el rumbo de la juventud, porque lo que está en juego es la suerte misma de la humanidad.

 

En el hogar, cada criatura no sólo nace a la vida física; también nace a la vida afectiva, intelectual y espiritual. Ese es el marco adecuado donde debe desarrollarse armoniosamente cada fase de la personalidad de los niños. El hogar es la primera escuela. Es allí donde, en virtud de las enseñanzas y el ejemplo de sus padres, los hijos aprenden las nociones elementales sobre el misterioso arte de vivir. En forma imperceptible, pero efectiva, es allí donde se van delineando los hábitos de conducta que determinarán el carácter y el futuro mismo de los hijos. El orden, la veracidad, el respeto, la diligencia y el espíritu de valor y sacrificio, han de figurar entre las verdades fundamentales impartidas en la pequeña pero gran escuela familiar. El hogar también está llamado a ser la primera iglesia, el lugar donde se inspire el temor y el amor de Dios, junto con el deseo íntimo y ferviente de obedecerle y respetarle. No hay substituto para el altar de la familia. Si en su primera infancia, y bajo el ejemplo de sus padres, las criaturas aprenden a inclinarse ante Dios y a orar con devoción, se están echando los fundamentos de una vida de éxito. Los padres tienen la solemne obligación de señalar ante sus hijos la diferencia entre lo bueno y lo malo, a fin de que entiendan que cada acto apareja la recompensa o el castigo correspondiente.

 

¡Qué maravillosa oportunidad tienen los padres de amparar a sus hijos bajo las alas protectoras del amor divino, de llenar sus corazones de fe, de gozo y esperanza! Ante el cúmulo de posibilidades y bendiciones que entraña el hogar, bien podemos repetir la conocida frase de que "la mano que mueve la cuna mueve el mundo".

 

Lo desconcertante y alarmante en este planteo, es la dramática realidad de que el hogar está en crisis. Ante nuestros propios ojos se desarrolla la tragedia del desmoronamiento de la familia. Aumenta en forma pavorosa el índice de los divorcios y con ello una serie de nefastas consecuencias. Centenares de miles, y aun millones de niños, sufren un irreparable desamparo. En su más tierna infancia muchos se ven privados del consejo, la protección y el amor de ambos padres. Por lo tanto, no debe sorprendernos que, impulsados por el resentimiento y la inseguridad, se transformen en individuos antisociales y fracasados. Aunque no siempre se admite, también es dolorosísima la frustración y angustia que experimentan los fundadores de una familia que se deshace.

 

¿Por qué los hogares modernos tambalean? ¿Por qué aumenta el número de parejas divorciadas? ¿Qué es lo que socava las reservas de afecto de los cónyuges y los hace fracasar en su vocación de esposos y padres? Para explicar estos hechos, algunos invocan razones económicas. Consideran que la presión de la vida moderna compromete, tanto al esposo como a la esposa, a prolongadas jornadas de trabajo fuera del recinto familiar. Se aducen, también, razones de orden social, particularmente el clima de violencia imperante, que desarraiga la planta de la bondad y del amor que debiera crecer lozana en la huerta espiritual de la familia. Por otra parte, el aflojamiento de las normas, lo que se da en llamar la nueva moral, ha hecho que para muchos la palabra lealtad y respeto de los votos matrimoniales no tenga ningún sentido. La crisis mayor, que a su vez desencadena todas las calamidades y problemas, es la de orden espiritual. Deslumbrado por las conquistas y ventajas materiales, el ser humano se ha olvidado de Dios. La fe y el amor que dimanan de Jesucristo son apenas una teoría en los labios de muchos. Y así, se pretende vivir sin contar con la dirección y bendición de aquel que es el Autor de la vida.

 

El casamiento debiera ser el acto de depositar dos corazones, dos voluntades, sobre un altar que está encendido con la llama del amor divino; pero en la mayoría de los casos no es así. El nombre y el espíritu de Cristo están, prácticamente, ausentes en el momento de formar el hogar. Convendría recordar que el autor de la institución matrimonial fue Dios mismo. El consideró sabio y necesario la formación y unión del hombre y la mujer. Ambos, además de proveerse afecto y compañía, debían asegurar la perpetuación de la especie humana. La nobleza del origen y de los propósitos del matrimonio fueron realzados por Jesucristo en las siguientes palabras: "¿No habéis leído... (S. Mateo 19:4-6).

 

Conociendo el origen divino del matrimonio y comprendiendo su tremenda repercusión social, tenemos el sagrado deber de hacer cuanto está de nuestra parte para evitar el fracaso de la vida matrimonial y el derrumbe del hogar. ¿Qué hacer? En primer término, conviene recordar la necesidad de que el hogar se establezca sobre una base sólida, o sea, que al formalizar el matrimonio los contrayentes hayan madurado física, emocional y espiritualmente. Los casamientos prematuros son una fuente de desgracia y amargura. No pueden resistir la prueba del tiempo y la adversidad, pues se apoyan sobre emociones pasajeras e inestables. Muchas veces lo que une a la pareja es el capricho, la pasión, la vanidad o el simple deseo de salir con su gusto.

 

Por mucho que sea el cuidado y la prudencia con que se haya contraído el matrimonio, pocas son las parejas que están perfectamente unidas al realizarse la ceremonia del casamiento. La unión verdadera de ambos cónyuges es sólo obra de los años posteriores. Para que esa unidad se afiance y perdure, es necesario conservar a cualquier precio la confianza recíproca. Cada uno de los contrayentes debe comprender el papel que le corresponde y cumplirlo en forma leal. El hombre está llamado a ser la cabeza de la familia y debe desempeñar su función con dignidad y abnegación. Esto no autoriza el ejercicio de la proverbial dictadura masculina a fin de hacer sentir que él es el que manda. Aunque muchas veces se da el caso inverso, lo cual también es un error.

 

A propósito, se relata el caso de Juan, que conversando con Pedro, le dijo con cierto tono de importancia en sí mismo: "En mi casa hemos convenido que cuando haya que tomar una decisión importante yo seré quien lo haga, y cuando se trate de cosas secundarias, ella las resolverá". Me parece muy bien, dijo Pedro. ¿Y han cumplido ustedes el pacto? "Rigurosamente --contestó Juan. Sin embargo, hasta la fecha se han presentado solamente cuestiones de importancia secundaria".

 

El intercambio de ideas respecto a la administración del dinero, la educación de los hijos, los planes de trabajo y vivienda, las inquietudes religiosas, y todo eso que forma la urdimbre diaria de la vida, necesita ser compartido en un clima de respeto y confianza. Y si surge algún malentendido, es de sabios arreglar la situación sin que el enojo y el rencor socaven la relación de afecto y amistad.

 

Si se pudiese resumir en una palabra el secreto del éxito matrimonial, diríamos que estriba en la capacidad que tengan los esposos de comunicarse entre sí, de interesarse sinceramente en el mundo del otro. Es ahí donde fracasan muchas parejas. Poco a poco se van desinteresando el uno del otro, hasta distanciarse en forma irreconciliable.

 

¿Cuál es la solución? El gran antídoto para contrarrestar el veneno del egoísmo es sólo uno. El gran remedio, la medicina mágica, lo que hace posible reconstruir hogares derrumbados, y de un montón de cenizas hacer surgir una llama viva y ardiente, es el amor, ese don sublime y eterno que viene de Dios. La exhortación inspirada es la siguiente: "Amados... (1 S. Juan 4:7, 8).

 

Vivimos en una época en que para sobrevivir es imprescindible dejar prevalecer el amor. Al escribir a los efesios, el apóstol San Pablo dice: "Maridos... (Efesios 5:25). He aquí la medida del amor con que deben estar vinculados los esposos: como Cristo amó a la iglesia. Vale decir, hasta el mismo sacrificio. Cuando el verdadero amor existe en la relación matrimonial, cada uno de los cónyuges siente un intenso deseo de hacer algo en favor del ser amado. Predomina el olvido de uno mismo. No se insiste en satisfacer la voluntad y los propósitos de uno a expensas del bienestar del otro. El amor inspira al sacrificio en favor del ser amado sin pensar en obtener una retribución.

 

La mayor necesidad que tienen los hogares actuales es la presencia de Jesucristo. Cuando él es aceptado en el corazón de cada miembro de la familia, especialmente en el de los padres y fundadores del hogar, entonces entra a raudales la paz y la alegría verdaderas. "La gracia de Cristo es lo único que puede hacer de la institución del hogar lo que quiso Dios que fuera: un medio de bendecir y elevar a la humanidad. Así pueden las familias de la tierra en su unidad, paz y amor, representar la familia del cielo" (El hogar adventista, pág. 85).

 

Padre y madre que me escuchas, abre tu corazón a la presencia santificadora de Jesús. Permite que esa, su bendita gracia, inunde todo tu ser. Con Jesucristo, el Salvador, aun la situación más difícil se puede superar y el hogar puede convertirse en un verdadero refugio para los hijos, en medio de las tormentas de la vida. Que Dios sea contigo y te bendiga abundantemente, para que siempre tu hogar pueda estar asentado sobre ese fundamento inconmovible, la Roca de los siglos, que es el Señor Jesús.

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