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Sujeta las Cadenas

Un telegrama oportuno

Un joven telegrafista estaba oprimido desde hacía algún tiempo por el sentimiento de sus pecados y suspiraba por la gracia del perdón. Una mañana estando de servicio tuvo que recibir y transmitir un telegrama. Con gran sorpresa descifró estas palabras: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Un cristiano que se hallaba de viaje telegrafiaba este texto en respuesta a la carta de un amigo que le pedía consejo sobre la salvación de su alma.
El mensaje estaba destinado para otro, pero el que lo transmitió recibió por su medio la vida eterna aprendiendo a poner su confianza en la obra redentora de quien, fue sacrificado como un cordero para nuestra salvación. - Spurgeon.El puente de amor

Los padres de Luis............ vivían en la playa de un hermoso lago de Suiza. Su padre trabajaba en el lado opuesto. Un día Luis y su hermano fueron a través del lago al encuentro de su padre. La madre les vigilaba desde la ventana. Todo iba bien, pero de repente se dio cuenta de que el hielo sobre el cual andaban estaba partido. El hermano mayor saltó fácilmente al otro lado, pero la madre exclamó sollozando desde la ventana: "¡El pequeño! El pequeño no puede saltar". Entonces vio como el hermano mayor extendía su cuerpo entre los dos hielos y el pequeño pasaba por encima de él.
¿no es esto lo que Cristo hizo con su propio cuerpo? Lo puso cono puente por el cual el hombre pudiera llegar hasta Dios.El don inefable

Hay tres medidas que podemos aplicar a los regalos que recibimos, y que nos permiten aquilatar debidamente el valor de tales regalos. Una de estas reglas es el valor intrínseco de lo que se nos ofrece; otra es el móvil que impulsó a la persona que nos hace el regalo; la tercera es la utilidad que nos proporciona. En efecto, hay regalos que cortan el aliento, por su precio tan elevado; otros, aun cuando menos costosos, nos emocionan más por lo mucho que entrañan de amor y sacrificio por parte de la persona que nos obsequia, mientras que otros nos colman de alegría por tratarse precisamente de aquello que más necesitábamos.
Aplicando estas "reglas" al "don" de Dios en la persona de Cristo, encontramos:1° Sus inescrutables riquezas. El es el heredero de todo. 2° El don de Dios es la evidencia de un amor que excede todo conocimiento. 3° El era el que nos convenía, puesto que "no hay otro nombre debajo del cielo en el cual podamos ser salvos". Sí, gracias a Dios por su don inefable.La Tarjeta que toco el corazon

La tarjeta que tocó el corazón
Una familia cuyo padre no era creyente festejaba la Navidad. Entre las tarjetas de felicitación que fueron puestas sobre la mesa, había una que la madre, que había estado orando durante mucho tiempo por la conversión del marido, escribió e hizo firmar a la niña más pequeña de la familia, que era la favorita del padre. La tarjeta decía así:
Ha nacido Jesucristo, Para Juan y para Elena, Para Luisa y Filomena para mamá y para mí:Y yo, papá, te pregunto y piensa bien lo que digo: Jesús, mi Señor y amigo, ¿ha nacido para ti?
El padre vio la tarjeta y su rostro se nubló; la madre estaba temerosa y orando que su treta no le cayera mal. El hombre leyó dos o tres veces la singular misiva y su cara se volvía cada vez más oscura. Por fin se levantó precipitadamente de la mesa y se encerró en su habitación.
La madre quedó consternada pensando que el padre se había retirado como un acto de protesta, por la impertinencia. Nadie probó bocado en la familia, sino que, instados por la piadosa mujer celebraron una reunión de oración alrededor de la mesa de Navidad. Pedían que se disipara pronto su enojo y que alguna vez pudieran tener el gozo de verle convertido.
Pero Dios, hizo mucho más aquel día con aquella familia. Al cabo de un buen rato apareció de nuevo el padre en el comedor, y con su faz radiante explicó que había estado en la presencia de Dios meditando cuán ingrato había sido para quien vino al mundo para salvarle también a él, y que arrodillado en su habitación había aceptado a Cristo como su Salvador.
Es fácil imaginar el gozo que llenó los corazones de todos, y particularmente de la hábil autora de tan ingeniosa felicitación.