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SALMO DE LA TELEVISIÓN

SALMO DE LA TELEVISIÓN La televisión es mi pastor, nada me faltará. En delicados sillones me hará descansar; me desviará de la fe; destruirá mi alma. Me guiará por sendas de sexo y violencia por amor al patrocinador. Aunque ande en valle de sombra de miseria no temeré interrupción alguna porque la televisión está conmigo. Sus colores y control remoto me infundirán aliento. Aderezas comerciales delante de mí en presencia de mi mundanalidad. Unges mi cabeza con humanismo y materialismo; mi codicia está rebosando. Ciertamente la flojera y la ignorancia me guiarán todos los días de mi vida; y en mi casa mirando televisión moraré por largos días.
Fidelidad de un siervo

Un siervo romano, al saber que buscaban a su amo para matarlo se vistió con la ropa de éste para que lo cogieran a él en vez de su amo. El amo hizo que se construyera una estatua de bronce de aquel fiel siervo, como monumento a la fidelidad, al amor y al servicio que le había dado este fiel servidor y amigo'
¿Qué monumento debemos erigir nosotros a Jesucristo, quien, al vemos condenados a Una muerte eterna, descendió del cielo y murió para damos salvación? Se hizo siervo para salvarnos. Nosotros debemos entonces llevar una vida obediente y dedicada a los intereses de su reino para mostrarle nuestra gratitud y lealtad.¿De qué clase somos?

¿De qué clase somos?
Cierto predicador ha comparado el modo como los cristianos sirven a su iglesia, a tres clases de barcos: De remo, de vela y de vapor. Hay cristianos, dice, que desean hacer cosas en la iglesia, pero... despacio. Otros según el viento de sus propios pensamientos, de donde sopla. Los terceros, obedientes al Espíritu Santo, tan pronto como el Señor les da la orden de zarpar.
¿De qué clase somos nosotros, amigos?
El juez paga

Trajeron al acusado ante el juez, por haberse negado a pagar su viaje en taxi. Rogó que le dieran tiempo para conseguir el dinero.
-¿Dónde lo obtendrá? –preguntó el juez.-¿No me lo podría prestar usted? contestó el acusado.
-El juez se quedó admirado y divertido por la osadía del acusado, sacó su billetera y le alcanzó lo suficiente.
-Páguele al hombre -le dijo-, y no se olvide devolvérmelo el sábado.
Nosotros también tenemos una gran deuda de pecado, y no tenemos con qué pagarla. Nuestra única esperanza es apelar al Gran Juez. Y en su inmenso amor y bondad, se ofrece a pagar toda nuestra deuda de pecado. En realidad, ya la pagó cuando sufrió y murió en tu lugar en la cruz del Calvario. Murió por tus pecados y los alejó para siempre. (Juan l: 12-13).Transformados por el Evangelio

Se cuenta de un artista quien presentó la estatua de un muchacho eji una exhibición. Colocó algunos focos de luz de variados colores en el piso a fin de que dieran sobre el rostro del jovencito: pero cuando se paró a cierta distancia para contemplarlo, vio que el rostro del muchacho se asemejaba al de un idiota. Cambió las luces y las colocó encima de la estatua; y esta vez cuando contempló el rostro del muchacho parecía el de un ángel. Pronto se hizo de este cambio de luces una de las curiosidades de la Exposición.
Lo mismo ocurre a los hombres. Cuando reciben sus impulsos tan sólo de la carne, son muchas veces semejantes a las bestias; pero cuando entregan su corazón a Cristo, y la luz del Espíritu Santo les ilumina desde arriba, pueden ser semejantes a los ángeles.