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En memoria de mí

En memoria de mí
"Porque todas las veces que comiéréis este pan, y bebiéreis esta copa, la muerte del Sefíor anunciáis hasta que venga". "Haced esto en memoría de Mi".
Un día el evangelista Moody estaba paseándose en un cementerio nacional, cuando vio a un hombre llorando junto a un sepulcro al mismo tiempo que lo cubría con hermosas flores. El señor Moody se acercó para consolarle si fuera posible y le preguntó: -¿Por qué llora, amigo; es ésta la tumba de su padre?
-No, señor -contesto el anciano. -¿Es el sepulcro de su madre?
Y otra vez la respuesta del anciano fue negativa.
-Entonces ¿quién está sepultado allí, si no es nadie de su familia?
El hombre respondió:
-El asunto es muy sagrado para mí y hablo con pocas personas sobre
él, pero viendo que tiene tanto interés en saberlo voy a decírselo. Durante la guerra civil mi gobierno me llamó para alistarme en el ejército pero puesto que tenía una familia grande y todos mis hijos eran pequeños se me permitió buscar un substituto. Al fin lo conseguí, y en la primera batalla mi substituto murió, y en este lugar donde he depositado las flores fue sepultado. Murió por mí, y en su memoria pongo estas flores en un sepulcro cada año.
He aquí cómo los cristianos deben conmemorar la muerte de Cristo en la Cena del Señor.Un Sermon Vivido

Lo que es ser un ejemplo verdadero
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Una oración por nosotros

Una oración por nosotros
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"Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es verdad"
Juan 17:17.
Cuando Jesús estaba por dejar a sus discípulos, los puso en las manos de su Padre. Le pidió que los guardara seguros: "Yo no estoy más en el mundo. Yo voy a ti, pero ellos quedan en el mundo. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu Nombre, en ese Nombre que me has dado, para que sean uno, como lo somos nosotros" (Juan 17:11). Jesús continuó: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno" (vers. 15). Los discípulos tenían una misión que completar. Escogidos para llevar el mensaje al mundo, necesitaban desarrollar caracteres como el de Cristo. ¿Cómo harían esto? Cristo contestó: "Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es verdad" (vers. 17). En otras palabras, "Hazlos santos [un atributo de Dios] por tu verdad".
Por mucho tiempo, la humanidad ha procurado saber qué constituye la verdad. Hasta Pilato le preguntó a Jesús: "¿Qué es la verdad?" (Juan 18:38). Jesús dice: "Si vosotros permanecéis en mi Palabra, sois realmente mis discípulos. Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará" (Juan 8:31, 32). "La Palabra de Dios es declarada la 'verdad'. Las Escrituras nos revelan el carácter de Dios y de Jesucristo. Llegamos a ser nuevas criaturas haciendo de las verdades de la Palabra de Dios una parte de la vida".
Si la sabiduría es importante, el desarrollo del carácter también es esencial. En su parábola de la vid verdadera, Jesús dijo: "El que no permanece en mí, es como el sarmiento que se desecha, y se seca. Y a esos sarmientos los juntan, los echan al fuego, y los quema" (Juan 15:6). Tal declaración ataca en su misma base el concepto "una vez salvo, siempre salvo". "Los que una vez fueron iluminados, gustaron el don celestial... y recayeron" (Heb. 6:4-6). "Es posible que los que han estado en Cristo corten su conexión con él y se pierdan (Heb. 6:4-6). La salvación depende de permanecer en Cristo hasta el fin". "Si uno desea encontrarse con el Salvador, debe estudiar las Santas Escrituras". "Es trabajo del corazón. La santificación bíblica no es la salvación degenerada de hoy, la cual no escudriña las Escrituras, sino que se basa solamente en sentimientos e impulsos, en vez de buscar la verdad como tesoro escondido. La santificación bíblica es conocer los requerimientos de Dios y obedecerlos".
Las Escrituras hacen referencia al tipo de individuos que se creen salvos y piensan que pueden actuar como quieran sin preocuparse de las consecuencias "Tendrán apariencia de piedad pero negarán su eficacia. ¡A éstos evita!"
(2 Timoteo 3:5).
Otro consolador

Otro consolador
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"Y yo rogaré al Padre, para que os dé otro Ayudador (otro Consolador), que esté con vosotros siempre". Juan 1 4:1 6
En esa última noche con sus discípulos, Jesús les prometió que enviaría a otro que estaría con ellos para siempre. La palabra que usó fue "parakletos" o Consolador. Literalmente traducido, quiere decir, "uno llamado al lado". Jesús había sido Consolador y Amigo para los discípulos durante su estada en la tierra y ahora, les haría un regalo. Siete semanas, o 50 días, después de esta pascua, los discípulos se juntarían a celebrar la "fiesta de las semanas" o Pentecostés. En ese tiempo, el Espíritu Santo descendería con gran poder (Hech. 2:1-4), y ellos con todo fervor proclamarían el Evangelio de Cristo Jesús.
El Espíritu haría mucho más que consolar a los discípulos. También sería Maestro, enseñándoles (Juan14:26) y ayudándoles a recordar las enseñanzas que Jesús les había dado. Las parábolas se harían más claras. El ministerio de Cristo a la humanidad, y sus palabras, tomarían un significado más profundo. El Espíritu testificaría de Cristo (Juan 15:26) y convencer "al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8). Convencería a la humanidad de su necesidad de salvación, y que la única forma de obtenerla es por medio del sacrificio de Cristo. Al guiar a la gente a toda la verdad y al mostrarnos lo por venir (Juan 16:13), el Espíritu glorificaría a Cristo (Juan 16:14) iluminando el plan de salvación. Cristo no podría haberles dado a sus seguidores un mejor regalo.
"Antes de esto, el Espíritu había estado en el mundo; desde el mismo principio de la obra de redención había estado moviendo los corazones humanos. Pero mientras Cristo estaba en la tierra, los discípulos no habían deseado otro ayudador. Y antes de verse privados de su presencia no sentirían su necesidad del Espíritu, pero entonces vendría. El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. Nadie podría entonces tener ventaja por su situación o su contacto personal con Cristo. Por el Espíritu, el Salvador sería accesible a todos. En este sentido, estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto".
Su promesa es también para los discípulos futuros: 'Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que este con vosotros para siempre".
Una vida de servicio abnegado

Una vida de servicio abnegado
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Hubo entre ellos una discusión acerca de quién de ellos sería el Mayor. Lucas 22.24.
"Las entrevistas de Jesús con sus discípulos eran generalmente momentos de gozo sereno, muy apreciados por todos ellos. Las cenas de Pascua habían sido momentos de especial Interés, pero en esta ocasión Jesús estaba afligido. Su corazón estaba apesadumbrado, y una sombra descansaba sobre su semblante. Al reunirse con los discípulos en el aposento alto, percibieron que algo le apenaba en gran manera, y aunque no sabían la causa, simpatizaban con su pesar". La costumbre requería un mínimo de diez personas presentes para comer la cena pascual. Jesús estudió a los doce hombres que lo rodeaban. Anhelaba protegerlos del sufrimiento que venía, pero vio que no estaban preparados para soportar su mensaje. Las palabras no salieron de sus labios, y el silencio se volvió penetrante. Los discípulos se pusieron incómodos. Se miraban unos a otros y se preguntaban a sí mismos a cuál de ellos favorecería el Señor esa noche.
Hasta en las últimas escenas del ministerio de Cristo en la tierra, los discípulos todavía competían por la mejor posición. "La vida entera de Cristo había sido una vida de servicio abnegado. La lección de cada uno de sus actos enseñaba que había venido 'no... para ser servido, sino para servir' (Mat. 20:28).
Pero los discípulos no habían aprendido todavía la lección". Esa noche, los discípulos se acordaron de la petición de Juan y Santiago, de sentarse en lugares de honor en el reino de los cielos, y el pensamiento los llenó de celos. Judas era el más severo con Santiago y Juan, y ahora cuando se sentó Jesús, "judas se mantenía al lado de Cristo, a la izquierda; Juan estaba a la derecha. Si había un puesto más alto que los otros, judas estaba resuelto a obtenerlo, y se pensaba que este puesto era al lado de Cristo. Y Judas era traidor". "Si se tienen en cuenta los acontecimientos que pronto ocurrirían, es trágico que los discípulos estuvieran discutiendo acerca de la categoría que ocuparían en un reino imaginario que Cristo no había venido a establecer'. Repetidamente, Jesús había enseñado: "El que desee ser grande entre vosotros, debe ser vuestro servidor" (Mat. 20:26; Cf. 18:4; Mar. 9:35). Pero en sus celos y anhelo de honor y posición, ignoraron sus instrucciones y se olvidaron del ejemplo siempre abnegado del ministerio de Cristo.
¿Qué más podía hacer Jesús para mostrar que el servicio humilde, hecho con amor, es la marca de verdadera granza en el cielo?